Cinco años después, por fin me siento preparada para contar esta experiencia. Para contaros como sucedió mi primer aborto con Misoprostol auto administrado. La maternidad tiene muchas caras y una de ellas es la de resultar fallida. La tasa de aborto durante el primer trimestre, se sitúa en torno al 15%. Pero curiosamente, hablar de ello sigue siendo un tabú.
El aborto y la perdida gestacional en general, es un tema que no encaja del todo en la visión idealizada de la maternidad. La mal llamada «dulce espera». O esa debilidad sentimental que erróneamente se nos atribuye a las embarazadas. Cuando lo que verdaderamente rompe nuestra fortaleza, es esa burbuja. Esa falsa protección.
Decidir como quieres abortar:
El primero de mis 3 abortos sucedió como una de las cosas mas inesperadas que me han ocurrido en la vida. Un sangrado leve, una visita a urgencias solo por descartar. Y la cara de aquella ginecóloga moviendo el ecografo como una loca. Para encontrar un latido que no nos estropeara la tarde a ambas.
Y entre toda esa vorágine de sentimientos, preguntas, frustración, intentos infructuosos de aceptación, una pregunta. «¿Quieres abortar aquí o en casa?». Obviamente no se refería al aborto en si, porque yo ya había abortado, si no al expulsivo con Misoprostol. En ese momento me di cuenta que no tenia ni idea de como sucedía un aborto. Había leído, como casi todas las embarazadas, sobre síntomas de aborto, cuando ir al medico, etc… Pero nada de aquello me sirvió en ese momento. No tenia ni idea de que me hablaba esa señora ¿Aborto con Misoprostol?. El planteamiento fue el siguiente. Y me dieron una triste hora de cortesía para decidir.
- Puedes irte a casa y venir mañana a que te hagamos un legrado, con suerte estarás en casa en el mismo día. Pero por contra te enfrentas a una anestesia general.
- Y la segunda opción, te damos unas pastillas y te vas a casa. Te las administras tu misma y a los dos días vas a tu gine para asegurarnos de que has expulsado todo.
No sabéis lo que hubiera dado en ese momento, por saber lo que se ahora. Seguía sin entender nada. Y mi cabeza se inundo de preguntas
¿Que significaba abortar en casa con medicamentos?
Lo primero que me vino a la cabeza y estoy segura que nos pasa a todas, fue ¿Voy a verlo?. La ginecologa me aseguro que no, que lo máximo que vería seria un coagulo blanquecino, que correspondía con el saco. Ciertamente yo estaba en el segundo trimestre, pero el embrión no coincidía en tamaño con la semana de embarazo. Debía haberse parado hace tiempo, mi cuerpo sencillamente no se había dado cuenta.
Lo segundo que se me vino a la cabeza son esas escenas de abortos de las películas. Donde las mujeres prácticamente se desangran. Entonces me explico que el sangrado era similar a una regla. Y que me darían pautas para saber si estaba sangrando mas de lo normal.
En mi balanza estaba enfrentarme a una situación que no sabia si podría manejar por mi misma. O a una anestesia general aparentemente innecesaria. ¿Sabéis que pesó mas al final? Querer irme de allí. Quería irme a casa, salir de urgencias de paritorio y dejar de ver a todas esas mujeres a punto de dar a luz. Quería abrazar a mi hijo mayor, abrazarme al padre de mis hijos. Y dejar de llorar entre desconocidos.
Llevar a cabo el aborto con Misoprostol:
El Misoprostol en realidad no es un medicamento para abortar. Es un medicamento que se usa para tratar la ulcera gástrica. Pero administrado vía vaginal, tiene la particularidad de dilatar el cuello uterino y provocar contracciones. Por eso se utiliza en este caso. Las indicaciones que me dieron en su momento fueron las siguientes, después os contare lo que paso en realidad.
- Debía administrar dos pastillas de misoprostol, vía uterina. Colocandolas todo lo arriba que pudiera y evitando que se salieran. Me propusieron administrármelo por la noche, porque en teoría estaría mas tranquila.
- Entre 40 minutos y dos horas, comenzaría un sangrado abundante. Acompañado de un dolor similar a un cólico o a los dolores de regla.
- El sangrado debía ir disminuyendo durante la noche. Y solo debía ir a urgencias si llenaba mas de una compresa cada dos horas. O si me mareaba.
- A los dos días debía acudir a mi ginecóloga para revisar que el expulsivo había sido completo y no quedaba nada. En caso contraria habría que repetir el proceso.
Lo que ocurrió en realidad abortando en casa:
Nada mas llegar nos planteamos como queríamos que ocurriera el aborto con Misoprostol auto administrado. Buscábamos normalidad a toda costa y que pasara cuanto antes. Así que por mas que mi madre se ofreció, decidí que era mejor estar solos. El padre se quedo atendiendo a mi hijo mayor y yo me prepare. Fui a la farmacia por compresas de algodón y empapadores y los analgésicos que me habían mandado para el dolor. Nunca he hablado de este tema tan abiertamente como voy a hacerlo hoy y no quiero edulcorarlo. Fue una experiencia que me hizo conocer mi cuerpo y mi mente a otro nivel. Y aunque preferiría mil veces que no hubiera sucedido, por fin encuentro paz al dejarlo salir.
Primer obstáculo, colocar el Misoprostol:
Una no se plantea que eso pueda ser complicado. Pero ay amiga, no es tan sencillo como parece. O al menos yo no tengo demasiada pericia para el tema. Si cogía las pastillas entre el indice y el pulgar, la mano no llegaba muy arriba. Si las empujaba con el indice y el corazón, se me perdían dentro de la vagina y no sabia si estaban bien colocadas. Realizar un aborto con Misoprostol auto administrado, es aun mas complicado de lo que parece. El caso es que de repente todo empezó, supongo que porque el cerebro ya sabia lo que había. Y estaba mandando ordenes a mi cuerpo. En el primer coagulo, las pastillas volvieron a salir y yo no sabia si continuar intentándolo, o dejarlo estar.
Meterse en la ducha fue un gran error:
Esto es algo que no me advirtieron y de lo que sin duda quería hablaros. Se que no parece nada trascendental. Pero en un momento así, no sabes que va a hacer saltar por los aires todo lo que estas conteniendo. Para mi ese momento fue la ducha. Empece a sangrar mucho, quería irme a la cama y dejar que todo pasara. Así que me metí en la ducha y salio fatal. Lo primero que conseguí, fue estimular el riego sanguíneo en un momento en el que no interesaba demasiado. Para colmo la sangre no se diluye demasiado bien, así que parecía que se multiplicaba. Y solo conseguía mancharme aun mas. Salí de la ducha y me limpie como pude con una toalla. Para entonces ya se había desbordado todo y yo estaba en el suelo sangrando y llorando. Y no quería que nadie mas estuviera allí, ni siquiera mi pareja.
El momento mas difícil de abortar:
De alguna estúpida manera, en ese momento me di cuenta de que lo que iba a expulsar era mi hijo. No es como lo que te plantearías en un debate sobre el si o el no al aborto. Esto es diferente. Lo has buscado, lo deseas. Has visto latir su corazón. Y has abrazado tu vientre, porque sabias que el o ella, estaba ahí. Y ahora literalmente, lo vas a echar por la taza del váter. Porque te estas desangrando y ¿Que se supone que debes hacer?¿Cerrar los ojos?¿Intentar buscar algo?
Y de repente se va. No ves nada, o no deberías ver nada. Pero de alguna forma lo sabes. Y mientras que por un lado recuperas el control, por otro solo encuentras vacío. Así que me limpie como pude, me vestí y me coloque las odiosas e incomodas compresas postparto.
Como una regla, decían…
Me metí en la cama con una de las sensaciones mas raras que he tenido en mi vida. Como si fuera un autómata, pero a la vez llena de tristeza. Estornude fuerte, y me quedo corta si digo que aquello pareció la matanza de texas. Cambiamos las sabanas, forramos toda la cama con empapadores. Y se quedaron conmigo. Al final resulto que no quería estar tan sola, que era a mi marido y a mi hijo lo que necesitaba.
Lo demás salio bien, me dormí de agotamiento físico y mental. Y por suerte en las ecografias no quedaba nada y no hubo que repetir el proceso.
No todo fue malo
¿Cualquiera lo diría verdad? Pero aquella experiencia me hizo tomar mucha conciencia sobre mi cuerpo. Agradecer por el esfuerzo tan enorme que era capaz de hacer, a ese cuerpo que tanto había castigado con mis complejos. También me hizo conocer los limites de mi mente. Y en parte, si soy capaz de expresar mis sentimientos sin ningún miedo ni filtro, también es gracias a aquello. Con el tiempo la herida cierra y cambia, aunque siga doliendo. Me gusta pensar que todo ese conocimiento sobre mi misma, fue el regalo que me dejaron los hijos que no están conmigo. Que de una manera u otra, dejaron una impronta en su paso por el mundo.